Un arte marcial para tu hijo: el kempo
Las artes marciales son un gran ejercicio físico, especialmente para los niños. Además de permitirles entrenar su cuerpo, adquieren otra serie de capacidades, como la coordinación y la disciplina. Hoy en día puedes encontrar una gran oferta de artes marciales, como el judo y el kárate, pero quiero presentarte una que quizás no conozcas tanto: el kempo.

El kempo nació en China, pero fue en Japón donde se desarrolló pasando desde allí a otros países. Los guerreros japoneses (los samuráis) aprendieron esta técnica en China y cuando volvieron a su país empezaron a enseñarla con el nombre de kempo (traducción japonesa del término chino “arte marcial” o “kung fu”).
Se caracteriza por ser un estilo de lucha en el que se usan, sobre todo, las manos. Debido a su larga tradición se han ido desarrollando diferentes estilos o versiones del kempo en muchos lugares alrededor del mundo.
Está enfocado a la defensa personal
El kempo es un estilo de lucha muy vinculado a la defensa personal, ya que enseña, sobre todo, técnicas para defenderte ante posibles ataques, ya sean cuerpo a cuerpo o con armas. Lógicamente tu hijo no correrá ningún peligro practicando kempo, puesto que los golpes solo se marcan y las armas que se utilizan son de madera. Durante las clases tu hijo aprende a moverse y a desarrollar su coordinación, su concentración y su agilidad, además de aprender a tener una disciplina que le será muy útil en muchos ámbitos de su vida. Algo que, al menos yo, valoro muchísimo.
Al igual que la mayoría de las artes marciales, los luchadores de kempo están divididos por niveles e identificados con un cinturón de un color que indica en qué nivel se encuentran actualmente. Para progresar tienen que realizar una serie de pruebas y exámenes que demuestran su preparación para el siguiente nivel. Es también una forma de motivar y animar a progresar a los alumnos.
Tu hijo competirá contra niños de su mismo nivel, por lo que no existe, en realidad, el peligro de que estos “campeonatos” puedan provocar frustración o estrés en el niño.
Si animas a tu hijo a practicar kempo, disfrutará de una actividad diferente a la vez que aumentará capacidades que le ayudarán en su desarrollo tanto presente como futuro.